Córdoba se vuelca en una tradición centenaria recuperada este año – altares en los Patios en Semana Santa- y que desde las Asociaciones Amigos de los Patios Cordobeses y Claveles y Gitanillas, esperamos que se mantenga.
El altar de San Juan de Palomares, 11 “es muy sencillo, muy popular, ya que esta casa es muy tradicional”. Está vestido con una antigua cortina de cachemir y una antigua colcha “y lo preside un crucificado prestado por unos anticuarios, posiblemente del siglo XVI y de tamaño académico, de más de un metro de altura”. No faltan en el mismo las velas y el incienso, describe Rafael.
También está precioso el patio de Pastora, 2. Montado el altar en el zaguán. Lo preside un Cristo amarrado a la columna, que también conserva en la capilla. “Se trata de un boceto en barro que hizo Francisco Romero Zafra. La imagen va sobre antiguas piezas de retablo, que le sirven como peana. Bajo ella ha creado un sagrario que está abierto “en alusión a los monumentos que se montan en parroquias y monasterios”. No faltan motivos eucarísticos ni una alegoría a la Santa Faz pintada a mano en otro de los muebles del recinto.
“La ruta de los Patios en Jueves Santo se ha diseñado en la Axerquía de manera que no haya grandes distancias y se pueda visitar de Norte a Sur o viceversa, empezando por San Juan de Palomares y acabando por Siete Revueltas, o al contrario”, relata el presidente de la Asociación Amigos de los Patios, Miguel Ángel Roldán. El número 1 de la calle Siete Revueltas –perteneciente a la conocida como la Casa de las Campanas– es la sede de la Asociación.
“Hemos puesto todo el cariño y todo el amor intentando recuperar una fiesta que esperemos que consigamos que continúe en el tiempo y se pueda llevar a cabo, como era costumbre, en la madrugada del Viernes Santo”, apunta. La imagen que preside el altar de Siete Revueltas, 1 es una gran dolorosa flanqueada por claveles blancos. La dolorosa ha sido prestada a la Asociación Amigos de los Patios desde una capilla particular y no falta el incensario con el que dar también olor entre un mar de helechos y pilistras al Jueves Santo en este inmueble de Santiago. “Es una visita a los patios distinta, el altar ofrece un momento de recogimiento en el silencio de la tarde y, sobre todo, de la noche”.
El altar del número 7 de la calle Guzmanas, el de Óscar Rubio y Elena Vilches. “Lo preside un crucificado que teníamos en casa y que hemos restaurado y al que hemos adaptado”, comenta Óscar. No obstante, hay motivos prestados, “como los candelabros de plata, que son de mi suegra, y una sábana de novia que también es de mi suegra”, anota. El monumento está montado en la zona de las antiguas cocinas de ese recinto en el que una Chiquita Piconera en forja lo observa todo. Cuenta con un centro de flores rojas y con un fondo de cortinas de ese color. No faltan tampoco unos cuadros de la Virgen y de San José del siglo XVIII en este altar “que hemos preparado con mucho cariño y mucho amor”.