Digo todo esto tras leer en la revista Patios de Córdoba un artículo asombroso de los antropólogos Francisco Luque-Romero y José Cobos Ruiz de Adana, en donde explican didácticamente cómo se vivía el paso de las estaciones y los acontecimientos particulares en aquellas Casas de los Muchos, tanto en el ámbito privado y público, desde una boda hasta el funeral de un niño, desde la Nochebuena hasta los bailes de verano, desde el día de San Juan a la noche del Jueves Santo (¡Madre mía! Si las cofradías supieran recuperar esa tradición de los altares en los patios no habría Madrugá como la cordobesa en el mundo).
Por supuesto, son otros tiempos, gratis no hay nada en el mundo y, además, todo lo que nos planteemos acabará en un puro teatrillo si no se hace respetando el espíritu original de aquellos patios. Todo será un decorado.
Pero lo veo claro: es en los patios del pasado, renovados y mirando al siglo XXI, donde está el futuro de Córdoba, y no solo en el aspecto turístico y comercial (que ya llegará, sin prisas, por favor, que nos cargamos la gallina de los huevos de oro), sino en el identitario, en el de diferenciación respecto al resto de Andalucía en sus fiestas, en el psicológico, en la autoestima para impulsar proyectos empresariales, en el espiritual… Toda una ironía: que con tantas personalidades que Córdoba ha dado a la historia de la Humanidad sea el espíritu de aquellos pobres de las Casas de los Muchos el que nos señale el camino del futuro.Y no solo en mayo.
Observen que no he hablado de gitanillas.
Fuente: JUAN M. NIZA. Diario Córdoba 22/05/2013